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sábado, 8 de noviembre de 2014

El abrazo eterno

Ilustración Shannon Bonatakis





Se aferraba a ella tan fuerte que casi podía sumergirse en su respiración aunque, al mismo tiempo, parecía querer dejarla sin aire. Le gustaba sentir su tacto, la suavidad de su piel, dejarse embargar por su olor... Sin embargo se dio cuenta de que, a pesar de querer que ese abrazo le uniera más a ella, a pesar de querer que con ese abrazo ella se volviera más pequeña y él se convirtiera en el único hilo conductor de su existencia, era él quien ya no respiraba, era él quien, creyendo haber ganado, había perdido el tacto, la suavidad, la capacidad de apreciar y de percibir, había dejado de sentir a flor de piel. Era él quien, en realidad, nunca había estado allí (o, al menos, no como hubiera querido).

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