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martes, 27 de enero de 2015

Habitantes de ciudad

A cada paso que daba le parecía sentir una presencia, quizá fuera simplemente fruto de su imaginación, aunque últimamente tal cosa brillaba por su ausencia, como muchas otras cosas. Continuó su camino, pero de pronto creyó escuchar una voz, más bien una conversación en susurros..., dobló la esquina, dejándose llevar por aquello que creía escuchar. Y allí estaban, sin duda eran ellos. Se apoyó en la farola más cercana, tratando al mismo tiempo de que le sirviera de escondite. Era la primera vez que les encontraba, sabía de su existencia, pero sólo por habladurías y comentarios, sin embargo esta vez estaban ante él, eran reales, o eso quería creer porque al día siguiente, cuando volvió al mismo lugar a la misma hora sólo quedaba una sombra de ellos, una imagen que le recordaba lo que había sido el haberlos tenido allí, tan cerca y a la vez tan lejos. Un recuerdo de la ausencia de su presencia.

Foto O.R.G.

jueves, 15 de enero de 2015

Cuando la luna se deja atrapar, de nuevo, en las frías noches de invierno

Se inclinó hacia ella, embargado por la sensación de que deberían besarse en aquel preciso momento, convencido de que aquel era el instante. Y lo habría hecho, habría seguido inclinándose hacia ella hasta que hubiera sentido el suave impacto de sus suaves labios. Lo habría hecho..., pero no lo hizo.

Ocho días después...

Se inclinó hacia ella, embargado por la sensación de que deberían besarse en aquel preciso momento, convencido de que aquel era el instante. Y lo habría hecho, habría seguido inclinándose hacia ella hasta que hubiera sentido el suave impacto de sus suaves labios. Lo habría hecho..., y lo hizo. Teniendo a la luna como cómplice indispensable. Aunque quizás, al día siguiente, alguna de las partes de la ecuación no recordara con exactitud qué es lo que había pasado.



jueves, 8 de enero de 2015

Peces de ida y vuelta

Caminar en una u otra dirección. Comprender el porqué de nuestros pasos y de nuestras acciones. Observar cómo las personas se construyen peceras a modo de corazas, en las que creen nadar a su antojo y en las que, cuando se mete la mano para tratar de alcanzarlas, se escurren como peces, a pesar de que el miedo pueda atenazar sus presuntas aletas.
Sin embargo, cuando la pecera cae al suelo y se parte en pedazos, encontramos a esos peces intentando decir lo que nunca han sabido expresar, pero sólo hace falta atender a su mirada, fijarse en sus ojos, para entender qué es lo que quieren decirnos (porque ni siquiera vestidos de peces pueden olvidar quiénes son en realidad).

 

lunes, 5 de enero de 2015

La delgada línea

"No siempre podemos decir qué es lo que nos mantiene encerrados, lo que nos confina, lo que parece enterrarnos, y sin embargo sentimos ciertas barreras, ciertas rejas, ciertos muros. ¿Es todo ello imaginación, fantasía?... Podemos creerlo, o no. Y entonces nos preguntamos: ¿va a durar mucho, va a durar siempre, va a durar toda la eternidad? ¿Y sabes qué es lo que no libera de esa cautividad? Un afecto muy profundo y muy serio. Ser hermanos, ser amigos, el amor, eso es lo que abre las puertas de la cárcel gracias a una fuerza mágica."
(Vicent Van Gogh, Carta a su hermano Theo, julio de 1880).

"El odio me pone de rodillas; el amor me pone en pie" (Open. Memorias. André Agassi)