Llegó al borde del precipicio y sus pasos ya no quisieron avanzar más allá. Miró hacia abajo, luego hacia arriba y, finalmente, sus ojos se posaron en lo que quedaba frente a sí. Puede que fuera un reflejo de su futuro, o puede que fuera un reflejo de lo vivido...No supo si por miedo, o por esperanza, pero dio media vuelta y se alejó. Esta vez sus pasos ya no parecían iguales, aunque nunca podrían serlo, puesto que cada instante no puede ser idéntico al anterior, pero le llevaron lejos de allí, quizás hacia otro precipicio, en algún otro lugar, quizás hacia un mar inmenso en el que los reflejos serían suyos.
Quizás el destino sea un papel en blanco donde cada cual escribe su propia historia pero en el que, a pesar de los diversos personajes, no podremos dejar atrás a quienes siempre han estado a nuestro lado.