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viernes, 4 de septiembre de 2015

Esa tenue luz


Probablemente, a pesar de su amargor, era el momento que más disfrutaba del día porque, en el fondo no era por el café en sí mismo, sino por el ritual que conllevaba, por la placidez y por el aroma y, por supuesto, por la dulzura de compartirlo. 


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